domingo, 14 de diciembre de 2008

¿La mente abierta?


¿Es “la mente abierta” la que se lo cuestiona todo, o la que lo acepta todo? ¿Está “la mente abierta” comprometida con la certeza o con la incertidumbre?

Por mucho tiempo he buscado “La Verdad”, así con mayúsculas, La Verdad absoluta. Sólo para darme cuenta luego que para aplicar esa verdad a lo relativo tengo que relativizarla y así deja de ser absoluta.

Sin embargo eso no quiere decir que no haya certeza en mi mente. Las creencias se agrupan en estructuras como arboles, apoyándose unas en otras. Al recibir nueva información miro a ver si encaja con la que ha sido previamente aceptada, en cuyo caso se añade, de lo contrario se rechaza. Todas las estructuras mentales están apoyadas en unas suposiciones que yo llamo creencias raíces.

Si revisas tus creencias raíces veras que se basan en tu percepción de la realidad. Lo que se siente como real, pensamos que lo es de una forma universal. Sin embargo todos percibimos desde un punto de vista distinto, una realidad distinta, que no por ser individual, deja de ser real.

Nuestro punto de vista tiñe los recuerdos de tal forma que, quince personas participando en un mismo evento habrán experimentado quince realidades distintas. Usamos nuestras creencias para crear nuestras vivencias. Nuestra vida podría ser totalmente distinta si cambiáramos nuestro punto de vista.

Pienso que una mente inteligente abandona la ilusión de la verdad absoluta como meta y comprendiendo que ha de vivir en una verdad relativa, que dará forma a su vida, escoge un conjunto de creencias, congruente entre si, que le sirvan para crear una realidad a su medida.

Creo que la certeza de estar en una verdad personal no nos hace arrogantes, ni nos lleva a proclamar dogmas. Pero si nos sirve para ser los creadores conscientes de nuestras experiencias.

Yo he escogido unas creencias que me ayudan a disfrutar el amor que de mi fluye cuando soy feliz y me facilita tramitar el conflicto que voy encontrando por el camino, para poder vivir en paz conmigo mismos y por ende con el mundo.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

A tenor de tu entrada, CuanMarce, y a tenor de los comentarios que Juan hizo en el blog de Kaken, de los cuales he extraído las aseveraciones que más me han atraído, y que van entre comillas, me permito aportar aquí mi punto de vista, siquiera como nexo para seguir conversando de lo que haga falta sobre la certeza y la incertidumbre.

***

“Es verdad que la certeza aleja del miedo, pero también aleja del crecimiento.”

No necesariamente. Además de que la certeza absoluta tampoco existe en estas coordenadas materiales, que representan este reino redivivo de las subjetividades, ese crecimiento no puede depender de una única cosa para producirse, sino de muchas otras que todavía ni siquiera hemos aprendido a reconocer y verbalizar.

La certeza puede representarse más como un respiro, o como una sutil confirmación de que se está en el camino por el que se quiere ir.
En el camino hacia Ítaca no todo es agua. Las estaciones en tierra no pueden sino enriquecer el viaje, aunque den la sensación de que nos estancamos.

Si partimos de la premisa de que el miedo es un límite, creer que la certeza nos aleja del miedo y que al mismo tiempo lo hace del crecimiento, es apoyar un contrasentido. El límite que se ha eliminado o atenuado, en todo caso no nos alejaría, sino que nos aproximaría más al crecimiento.

“La certeza sólo tiene respuestas.”

Y muchas dudas en derredor que encomendar a la incertidumbre.

“La incertidumbre sólo hace preguntas.”

Que de vez en cuando entrega a la certeza para que sea depositaria de sus logros. Una incertidumbre que sólo hace preguntas es como un buscador que jamás encuentra nada.
Una de las razones por la que elegimos tener incertidumbre es porque es una herramienta de búsqueda muy eficaz.

“La certeza se expande, la incertidumbre crea.”

Razón de más para pensar que las dos cooperan. La creación necesita expandirse, así como la expansión crearse.

“La certeza obliga"

Si nuestra certeza la sentimos como obligación, seguramente hay algo en ella que no nos convence del todo. Pues si la certeza es la firme adhesión de creer algo sin temor, ¿por qué, pues, habría de obligarnos? ¿Y por qué le otorgaríamos ese poder de convencernos a la fuerza...?

"(...)la incertidumbre investiga.”

Así es, la incertidumbre investiga. Menudo trabajo le queda por delante si no puede fiarse ni de la certeza...

“La certeza se conforma, la incertidumbre es inconformista.”

Bueno. Es una interesante manera de verlo. Al fin y al cabo la certeza no necesita defenderse. Y la incertidumbre conlleva un punto de rebeldía intrínseco que le confiere el propio sentido de su uso.

“La certeza se autoalimenta, la incertidumbre está hambrienta.”

Está claro que las dos se necesitan.

“La certeza ancla al pasado, la incertidumbre observa el presente y se plantea los futuros.”

No todo el pasado, sino sólo el útil. Y como yo creo en la libre asociación de ambas, creo también que las dos son como dos viejas comadres que se van contando sus cosas todo el rato.

Saludos y gracias por compartir.

Kaken dijo...

No me gustan los blogs sin comentarios.
A veces me parece que por ello no son leídos o apreciados, aunque ya sé que no es cierto.

Quería dejaros, CuanMarce, Amanda, constancia de mis tres lecturas de esta entrada y comentario, y de mi imcapacidad para aportar algo que no sea mi perseverancia en leeros hasta comprender y aprender.

Porque dais mucho.

Permitidme un abrazo a los dos.

Anónimo dijo...

No duddes que con tu sola presencia e interés también das mucho, Kaken.

Abrazo recibido y correspondido.

Amanda.

Laura dijo...

Las creencias guían nuestro camino. No hay duda. Y las tuyas aportan pequeños matices a las mias. Esa es la realidad.

Juan dijo...

En primer lugar, felicidades por tu entrada Cuanmarce.

Muchas veces he hablado con Kaken sobre “la mente abierta”. Me refiero a la capacidad de cambio a través del cuestionamiento de lo aprendido y a aceptar a los demás, con un límite muy claro y pequeño sobre lo inaceptable.

Verdades absolutas no existen. “Mi verdad” es otra cosa, pero mi verdad no se ancla, está sujeta a un mundo dinámico y unas circunstancias cambiantes. Tengo mis verdades y mis certezas, sí, aunque parezca lo contrario según lo que escribí, pero intento que no sean inflexibles, sino en eterno movimiento cuando así se requiera o cuando me doy cuenta de mi error. Porque, en muchas ocasiones, lo que tenía clarísimo, lo que para mí era una verdad como un templo, con el tiempo he descubierto que era un monumental error. Una situación que vivimos hoy como negativa, a veces, se ha convertido en algo muy positivo. No soy un lago, con sus límites bien marcados, sino un río que se desborda, que cada día corre agua nueva, generalmente por el mismo cauce, pero no con la misma fluidez, alegría, fuerza o quietud.

Como bien dices, tengo mis creencias raíces, pero siempre he intentado (no siempre lo he conseguido), que estas raíces no sean el fruto de la tradición, de lo que otros han pensado antes que yo, de la educación, de la “sabiduría popular”, sino que sean fruto de mis reflexiones, experiencias y de mi interacción con el medio.

“Si revisas tus creencias raíces veras que se basan en tu percepción de la realidad.”

Ojalá fuera siempre así. Demasiadas veces esas creencias se basan en lo que te han enseñado/adoctrinado. Y es esa doctrina aprendida la que te hace percibir, de una forma concreta, la realidad y no al revés.

“Usamos nuestras creencias para crear nuestras vivencias. Nuestra vida podría ser totalmente distinta si cambiáramos nuestro punto de vista”.

Exacto. Por eso es tan importante lo que he dicho previamente. Si nuestras creencias parten de lo aprendido, y no de lo deasrrollado por nosotros, creamos nuestras vivencias según el patrón de otros y no de nosotros mismos.

“Creo que la certeza de estar en una verdad personal no nos hace arrogantes, ni nos lleva a proclamar dogmas. Pero si nos sirve para ser los creadores conscientes de nuestras experiencias.”

Echando un vistazo a los libros de historia, veremos como la verdad personal demasiadas veces se ha intentado imponer a otros, con la fuerza de las armas. Los dogmas se basan en certezas no en posibilidades. Para ser creadores conscientes de nuestras experiencias (¡¡¡qué me ha gustado esta frase¡¡¡) nuestras certezas deberían estar convenientemente teñidas de nuestra posibilidad de error para, a la vez, cuestionar y aceptar.

“Yo he escogido unas creencias que me ayudan a disfrutar el amor que de mi fluye cuando soy feliz y me facilita tramitar el conflicto que voy encontrando por el camino, para poder vivir en paz conmigo mismos y por ende con el mundo.”

Las maneras de encontrar la felicidad son muchas y variadas. Todas válidas si dan resultado. Yo he optado por un camino diferente al tuyo y me sirve a mi, ojo, a mí.

Muchas gracias Cuanmarcé. Me encanta debatir con personas tan interesantes como tú.

Después responderé a Amanda, en cuanto pille un hueco.

Un abrazo

Juan dijo...

Abusando de la hospitalidad de Cuanmarce, me permio cotestar a Amanda es sus interesantes y valiosas aportaciones.

Lo primero que tengo que decir es que lo que escribí, era muy absoluto, porque lo hice en forma de consigna rápida, con pocas palabras para que el mensaje resultase claro. Pero ya se sabe que el idioma de la consigna es demasiado incompleto y trata lo relativo como absoluto. Se pierden tantos matices y, muchas veces en los matices, radica la diferencia.

“Es verdad que la certeza aleja del miedo, pero también aleja del crecimiento.”

Estoy de acuerdo contigo en que no necesariamente, por supuesto, pero sí muchas veces. Uno de los motores fundamentales del miedo es la duda, por eso somos tan aficionados a las certezas. El miedo es un un límite, pero también puede ser un acicate si lo controlamos. No veo contrasentido en que la certeza, al alejarnos del miedo, también nos pueda alejar del crecimiento. Es cambiar un límite por otro, simplemente y, el límite de la certeza puede, en ocasiones, constreñir más que el propio miedo.

(“La certeza sólo tiene respuestas.”
Y muchas dudas en derredor que encomendar a la incertidumbre.)

Aquí no te he entendido Amanda. Si tienes la certeza sobre algo, no puede haber dudas sobre ese algo. Pueden haber dudas sobre otros algos, pero no sobre el que tienes la certeza.

(“La incertidumbre sólo hace preguntas.”
Que de vez en cuando entrega a la certeza para que sea depositaria de sus logros. Una incertidumbre que sólo hace preguntas es como un buscador que jamás encuentra nada.
Una de las razones por la que elegimos tener incertidumbre es porque es una herramienta de búsqueda muy eficaz.)

Aquí estoy de acuerdo contigo, hasta cierto punto –risas-. Has matizado bien la consigna. El matiz que incorporaría es que la certeza es sano que sea certeza sabiendo que puede estar equivocada para mantenernos, como dice Cuanmerce, con la mente abierta.

(“La certeza se expande, la incertidumbre crea.”
Razón de más para pensar que las dos cooperan. La creación necesita expandirse, así como la expansión crearse.)

Pero es que no me gusta que se expanda. Demasiadas veces, la expansión de una certeza personal, con el tiempo, se ha convertido en una imposición a los demás. No es infrecuente la dogmatización de las certezas. Más que expandir prefiero el intercambio de ideas, no para convencer, sino para comprender.

(“La certeza obliga"
Si nuestra certeza la sentimos como obligación, seguramente hay algo en ella que no nos convence del todo. Pues si la certeza es la firme adhesión de creer algo sin temor, ¿por qué, pues, habría de obligarnos? ¿Y por qué le otorgaríamos ese poder de convencernos a la fuerza...?)

Una certeza, si se es consecuente con ella, obliga a que parte de tu vida se desarrolle según unos cánones acordes con lo que crees. Es una obligación libremente escogida, autoimpuesta, pero una obligación al fin y al cabo. Por poner un ejemplo, puedes no tener ganas de ir a misa el domingo, pero si eres católico practicante, te oblidas a ir.

("(...)la incertidumbre investiga.”
Así es, la incertidumbre investiga. Menudo trabajo le queda por delante si no puede fiarse ni de la certeza.)

De nuevo vuelvo a lo de la consigna. Mi frase es aboluta, pero hay que matizarla mucho. La incertidumbre investiga, pero siempre suele haber una base sobre la que apoyarse, pero esa base también está sujeta a cambios, si surgen nuevas formas de contemplar un proceso. De nuevo “tener la mente abierta de nuestro amigo cuanmarce”.

(“La certeza se autoalimenta, la incertidumbre está hambrienta.”
Está claro que las dos se necesitan.)

Las certezas siempre proceden de incertidumbres previas, osea, que la certidimbre necesita de la incertidumbre. Pero no al revés. La incertidumbre puede y debe tener una base de certidumbre en movimiento, osea certeza incierta y en posible cambio.

(“La certeza ancla al pasado, la incertidumbre observa el presente y se plantea los futuros.”
No todo el pasado, sino sólo el útil. Y como yo creo en la libre asociación de ambas, creo también que las dos son como dos viejas comadres que se van contando sus cosas todo el rato.)

¿El útil para qué?. ¿Quién define lo que es útil?. ¿Quién te dice que lo que hoy te está siendo útil, no se convierte en un lastre?.
Respuesta: la mente abierta....al cambio....a la incertidumbre.

Por cierto Amanda, si no tienes Blog, por favor: ¡¡¡abre uno¡¡¡. Ya tienes en mí a un admirador asegurado. Una persona que me puede aportar tanto, aunque podamos tener puntos de vista diferentes, la quiero tener a tiro de click.

Un abrazo.
Muchas gracias Cuanmarcé por tu hospitalidad.

Potenciandote.com dijo...

Juan, estoy en Madrid, en un cyber y no me puedo extender, pero te dir'e que s'e (Este teclado no tiene acentos) que estamos basicamente de acuerdo y que me encanta que se compartan todos los puntos vista. Mientras m'as prespectivas tengamos mejor veremos. Creo todos salimos ganando cuando nadie tiene La Verdad.

Un saludo a todos.

Celadus dijo...

"Mente abierta", "mente cerrada"...pero, ¿qué entendemos por mente?¿Puede realmente la mente ser abierta o cerrada? A mi me parecen más bien, ambas, actitudes mentales. La mente me parece algo demasiado amplio y complejo como para calificarla como abierta o cerrada o inteligente o cualquier otra cosa. Una sctitud mental no ES la mente, al igual que una característica física no ES el cuerpo. Ni siquiera creo que podamos clasificarnos como personas de "mente abierta" o de "mente cerrada", poruqe esa actitud (como todas las actitudes) es algo pasajero y temporal, que podrá durar más o menos tiempo, pero que no define por sí misma ni a la mente ni a la persona. Yo hablaría más bien de mentalidad abierta que de mente abierta.
Yo también opino que las creencias raices son fruto más de nuestra programación que de nuestra percepción, y que esta última es consecuencia de las creencias raices y no al contrario.
Personalmente no he escogido -conscientemente- creencias algunas. Considero, no obstante, que tener creencias no es algo malo en si mismo, siempre que se sepa que son creencias y no necesariamente verdades, y que uno esté dispuesto a dejarlas de lado si es necesario, sin identificarse con ellas hasta el punto de sentirse atacado cuando atacan a sus creencias.
Un saludo.

Juan dijo...

Ay, esos acentos en los ciber, jajajajaja.

Celadus, con palabras distintas,pero estamos de acuerdo.

Cuando me he referido a mente abierta, ha sido siguiendo al autor de la entrada. Pero me da la impresión que, tanto él como yo, hemos utilizado esa expresión de forma idéntica al concepto que tú tienes de mentalidad abierta.

Como bien dices, son estados pasajeros. Puedes tener la mentalidad cerrada en unos momentos y abierta en otros dependiendo de las circunstancias. No es una característica fija, sino cambiante.

No me termino de acostumbrar a tener un clon, jajajaja. Me parece increíble.

Un abrazo.

Tordon dijo...

La no definición previa de conceptos tales como verdad, certeza, realidad, certidumbre, mente, mentalidad, creencia, etc, dotan al diálogo de una cierta ambigüedad.
Los postulados de la física cuántica señalan que la realidad (o la certeza ) son entelequias inestables.
Aunque, para el que sea “de letras”, Montesquieu ya adelantó que “la verdad de un tiempo, es error en otro”
Salu2

Anónimo dijo...

Creo, Juan, que en lo importante estamos bastante de acuerdo, si bien de la conceptualización de los términos que elegimos, depende en gran medida que el intercambio no se ajuste como un click. Lo que eso no quiere decir que tengamos que pensar igual, sino más bien que las premisas de las que partamos sí sean las mismas, de lo contrario sólo practicaríamos discursos paralelos.

No creo que en verdad el miedo controlado -mejor, si lo gestionamos saludablemente-
sea acicate de nada porque el control del mismo sólo hace que se desarrolle por otro lado; quizá con otra apariencia, como un miedo nuevo que en realidad sólo es una fuga del que se reprime, y que nos toma por la espalda.

Recuerda que parto de la premisa de que básicamente son dos los pilares de donde se nutren todas las emociones que la especie humana siente: amor y miedo (no odio en lugar de miedo como decía Kaken, creo, en otro lado. ¿O era Lenka...? Una ka llevaba su apodo seguro ;-). Creo que el odio lo inspira un miedo, pero el miedo no siempre se traduce en odio.

No ves contrasentido en que la certeza, al alejarte del miedo, también te puede alejar del crecimiento.

Acaso no veas que el miedo, en todas sus manifestaciones posibles, es el único límite real, y que si te alejas de él, tal vez decidas no crecer, pero no será porque él te lo impida.

¿Consideras que un cierto grado de miedo es un límite razonablemente cómodo e inspirador?

Por usar una imagen gráfica, depende de cómo concibamos el viaje del crecimiento y de qué nos parezca la estancia en las áreas de descanso que, por así decir, la certeza va distribuyendo por el terreno explorado.

Para mí la certeza es como una apoyatura sobre las que ir reposando la frente algo cansada de tanta duda e incertidumbre.

A veces es como refrescarse en un oasis del desierto, en el que, sin embargo, no viviremos.

O como una confirmación sutil de nuestra esencia divina.

En ese sentido que apunto, el miedo sí es un límite. La certeza puede serlo sólo si así lo decide quien toma las decisiones, o sea, uno mismo.

Tal vez se tema que un dechado de certeza acabe convirtiéndose en una gran poltrona para un caminante que está cansado y duda.

Puede que opte por dejar de andar, o lo que es lo mismo, de estar atento a lo que es realmente importante para sí mismo. ¡Qué miedo!

Aunque claro que es verdad también para mí, que “el límite de la certeza puede, en ocasiones, constreñir más que el propio miedo”, como dices tú. Pero eso es más porque a veces se teme tanto el cambio que seguimos empeñados en aferrarnos a cosas que parecen atenuar esa sensación de inseguridad.

Dices: “La certeza sólo tiene respuestas.”, y afirmas no entender que yo añada:“ Y muchas dudas en derredor que encomendar a la incertidumbre”.

Luego explicas que si tienes la certeza sobre algo, no puede haber dudas sobre ese algo.

Sobre ese algo no, claro, por eso es certeza. Pero puesto que le reconoces límites a la misma certeza, más allá de ellos ¿qué te parece que hay?

Imaginemos que más o menos un espacio virtual donde hay más incertidumbre, duda, y a la postre, miedo, entre otras muchas cosas más o menos maravillosas.

Sigamos.
Dices que la certeza se expande, y que la incertidumbre crea. A eso repuse que razón de más para pensar que las dos cooperan.

Más abajo confiesas que no te gusta que se expanda la certeza. Y creo que tal vez sea por cómo te lo cuentas.

Explicas: “Demasiadas veces, la expansión de una certeza personal, con el tiempo, se ha convertido en una imposición a los demás. No es infrecuente la dogmatización de las certezas.”

Claro, se comprende que la expansión de esa certeza seguramente se haya nutrido en exceso de un egocentrismo más o menos solapado. Lo bueno de verlo así como tú, es obvio que ayuda a estar más atento, especialmente en escenarios vitales nuevos.

Yo creo que la certeza se siente, la debe sentir cada cual y jamás empeñarse en calzársela a nadie a la fuerza porque así no funciona.

Claro que yo hablaba de reciprocidad, no de la dictadura de la certeza. Decía que la creación necesita expandirse, así como la expansión crearse.

Me gusta pensar que las grandes dicotomías humanas y/o divinas, como esta de la certeza e incertidumbre, masculino y femenino, mente y cuerpo, placer y dolor, yin y yang... se toleran y colaboran , así como enriquecen nuestra perspectiva, sin que ninguna de ellas obstaculice a la postre nuestra libertad de elección basada en el conocimiento.

Dices que una certeza, si se es consecuente con ella, obliga a que parte de tu vida se desarrolle según unos cánones acordes con lo que crees.

Bueno, suponiendo que los creas de verdad, y que nos los hayas aceptado en serie, ¿no crees?

“Es una obligación libremente escogida, autoimpuesta, pero una obligación al fin y al cabo. “Por poner un ejemplo, puedes no tener ganas de ir a misa el domingo, pero si eres católico practicante, te obligas a ir.”

Pues vaya gaita, ¿no? Tener que someterse uno mismo mismamente a ritos que no le dicen nada por el hecho de adscribirse a una idea, que en muchas ocasiones te la han ido colocando sin darte cuenta.

Cuando yo era católica practicante no sentía la certeza de serlo, mucho menos si implicaba un compromiso con ritos que no me decían nada

Pero... ¿no estábamos hablando de certeza?

Una certeza no obliga, no lo necesita, simplemente es. Por tanto no puede darnos razones ni pedirnos que seamos consecuentes con ellas. Y si lo hace es que se parece más a una cosa que quiere imponerse que a un pálpito amoroso que te hace sentir más cerca de una verdad universal.

Definitivamente creo que obligación y certeza no tienen nada que ver. La certeza se asume voluntaria y libremente o no se asume. Y si no produce temor ni duda, ¿para qué obligarse?

“Las certezas siempre proceden de incertidumbres previas, o sea, que la certidumbre necesita de la incertidumbre. Pero no al revés."

Acuérdate de las dicotomías, no seas tajante. A ver, ¿por qué no va a necesitar la incertidumbre de la certidumbre si se consideran como los dos extremos de un continuo que practican un dinamismo interactivo?

“La incertidumbre puede y debe tener una base de certidumbre en movimiento, osea certeza incierta y en posible cambio."

Certidumbre en movimiento, certeza incierta... Bueno, aquí te noto más transigente con las mezclas de los opuestos...

Y hablando del pasado:

“¿El útil para qué?”, preguntas. Y yo te respondo: Para ti mismo, para el sentido y/o significado de tu vida.

“¿Quién define lo que es útil? ¿Quién te dice que lo que hoy te está siendo útil, no se convierte en un lastre?”

Tú mismo, me temo...

“Respuesta: la mente abierta....al cambio....a la incertidumbre.”

Sí, pero la tuya. La de otro sólo es un punto de referencia para tu propio diálogo interior.

Para terminar decirte que no tengo blog. Aún no. Lo contemplo como opción, pero no me decido. De momento, me lo paso mejor participando en los ajenos. Confío en que el click bajo el que me encuentras, te baste por ahora.
Gracias por compartir.

Saludos adictos a todos.

Juan dijo...

No quiero extenderme más, que hemos arrasado el hogar de Cuanmercé. Muchas gracias por tu hospitalidad.

Creo que estamos mucho más de acuerdo de lo que a primera vista puede parecer. Hemos vivido experiencias distintas y eso me hace, al menos a mí, desconfiar de muchas certezas.

Por supuesto que la certeza que se comparte y no se impone, es maravillosa. Siempre bien recibida, se esté o no de acuerdo con ella. Desgraciadamente, he visto bastante intransigencia en otras muchas personas que pretenden imponer "su verdad" a los demás, ya sea a gran o pequeña escala.

Un abrazo

Alicia Rivas dijo...

De hecho creo que algunos sabemos que no existe verdad absoluta, aunque otros crean que si, yo pienso que cada uno tiene su propia verdad de acuerdo a su forma de creer, y cada uno merece respeto...

Un gusto leerte...

Que tengas un buen dia...

Gestionar lo que nos duele para el beneficio de todos.

La buena salud de todas las relaciones, incluida la de pareja, siempre que lo que se busque sea sin dudar la felicidad de todos los implic...