La buena salud de todas las
relaciones, incluida la de pareja, siempre que lo que se busque sea sin dudar
la felicidad de todos los implicados, está determinada por la gestión de los
conflictos emocionales que se originan en su espacio.
La claridad mental que
proporciona el beneficioso ejercicio de gestionar lo que “nos duele” con el deseo auténtico de deshacer la causa que
provoca el dolor, a la fuerza redunda en la buena marcha de los intercambios
con los otros.